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Lopez de Legazpi, como de los demás gobernadores que le han sucedido. Encomendóse[1] la tierra á los que la han pacificado, y poblado, poniendo en la real corona cabeceras de provincias, puertos y poblazones de las Ciudades y Villas que se han fundado, con otras encomiendas particulares, para las necesidades que se ofrecen, y gastos de la real hazienda, tratando las cosas de gobierno y conversion de los Naturales como era necesario, teniendo cada año navíos que hacen el viaje á la Nueva España, y vuelven con los socorros ordinarios, con que el estado de las islas Filipinas tiene hoy el buen punto en lo espiritual y temporal que se sabe.

El Adelantado Miguel Lopez de Legazpi, como está dicho, descubrió las islas, y hizo asiento en ellas y dió buen principio á su pacificacion y obediencia. Fundó[2] la ciudad del santísimo nombre de JESVS en las provincias de Pintados, y despues la ciudad de Manila en la isla de Luzon. Conquistó en ella la provincia de Ilocos, en cuya población y puerto llamado Vigan, fundó una poblazon de Españoles, que le puso por nombre la villa Fernandina[3]. Asimismo pacificó la provincia de Pangasinan, y la isla de Mindoro, tasó los tributos que los Naturales habían de pagar en todas las islas[4], y ordenó otras muchas cosas tocan-

  1. Esto es, repartióse. Esta palabra encomendar como la de pacificar, tuvo después una significación irónica: encomendar una provincia, era como decir: entregarla al saqueo, á la crueldad y á la codicia de alguien, según después se portaron los Encomenderos.
  2. La fundó con todos los derechos y privilegios de las ciudades y comunidades españolas políticas.
  3. Mejor dicho, fué su nieto Salcedo. Este héroe, llamado el Hernán Cortés de Filipinas, fué verdaderamente el brazo inteligente de Legazpi, y el que por su astucia, por sus bellas cualidades, por su talento y valor personal se captó las simpatías de los Filipinos, sometió á los enemigos, y los inclinó á la paz y amistad de los Españoles; él fué también quien salvó á Manila de Limahón. Murió á los 27 años, y es el único de quien sabemos que hizo herederos de una gran parte de su haber á los Indios de su encomienda de Bigan. (G. de S. Agustín).
  4. «Señaló el tributo que los Naturales habían de dar á sus Encomenderos, dice el P. San Agustín (pág. 245), y fué una manta de algodón, en las provincias donde se tejía ropa, que su valor es de cua-