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Si algun principal era señor de Barangaí, en este sucedía el hijo mayor de Inasaba, y á falta dél, el siguiente, y á falta de hijos varones, las hijas por la misma orden; y á falta de sucesores legítimos, volvía la sucesion al pariente mas cercano, de la línea y parentela del principal, último poseedor[1].

Si algun Natural que tuviese esclavas, se amanceba con alguna dellas, y tenía hijos en la tal esclava, eran libres los hijos y la esclava[2], pero, si no había híjos en ella, no lo quedaba.

Estos hijos de esclava, y los habidos en mujer casada, eran tenidos por mal nacidos, y no sucedían con los demas herederos en herencia, ni los padres tenían obligacion á dejarles cosa alguna, ni aunque fuesen hijos de principales, sucedían en la nobleza, ni principalía de los padres, ni privilegios della, sino que quedaban, y se contaban en el número y orden de los otros Timaguas Plebeyos[3].

Sus contratos, y negociaciones destos Naturales, comunmente eran ilícitos, teniendo atencion cada uno, ó como mejor haría su negocio y interese[4].

    dolos según su ulterior comportamiento, excusaban toda infracción de los testamentos ó desobediencia por parte de los herederos. Solamente, desde que los misioneros convencieron á los Indios de que la mayor parte de sus antepasados se quedaban tostados y quemados en el Purgatorio ó Infierno, tuvieron necesidad de notarios, papel sellado, y pleitear é intrigar después por siglos de los siglos.

  1. La misma ley siguen ahora las familias reales de España, Inglaterra, Austria, etc., etc. en la cuestion de sucesión.
  2. Costumbre más piadosa que la conducta de Abraham con Agar é Ismael, á pesar de ser aquel el varon justo elegido del Señor.
  3. Todos estos distintos matices entre los hijos legítimos que heredaban, los hijos de libres concubinas que no heredaban, pero que recibían algo, los hijos de esclavas que no recibían nada, pero que libertaban y salvaban á sus madres, y los hijos con casadas aunque fueren principales, que ni siquiera heredaban la condición de sus padres, sino que degeneraban, prueban el alto grado de cultura y la moralidad de los antiguos Filipinos.
  4. Así son los contratos de todas las naciones y de todos los pueblos, y así son también y ese era el mismo espíritu de los contratos que los primeros Españoles celebraron con los jefes filipinos, y ¡ojalá se hubiesen atenido siempre á la letra de aquellos contratos!