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caracteres casi como Griegos ó Arábigos, que por todos son quince; las tres son vocales, que sirven de las cinco nuestras; las consonantes son doce, que unas y otras con unos puntillos y cómas, combinan y significan todo lo que se quiere escribir, tan copiosa y fácilmente, como se hace en nuestro alfabeto español[1].

El orden de escribir era en cañas, y ya en papel, comenzando los reglones, de la mano derecha á la izquierda, á la usanza arábiga[2]; escriben en esta

    tranjeros de querer el embrutecimiento del país, y probándolo ellos mismos con su conducta y sus escritos.

  1. Esta afirmación y el espíritu tagalo, amante de la sencillez y la claridad, contradicen el error, aducido posteriormente por otros escritores, con respecto á la imperfecta escritura y á la consiguiente difícil lectura de aquellos caracteres. Lejos estamos de creer que aquel alfabeto ofreciera la sencillez y claridad del latino, pero tampoco podemos aceptar la creencia de otros Autores, que sin conocer á fondo aquella escritura, pretenden encontrarla muy imperfecta por la dificultad que suponen había en la expresión de las consonantes quiescentes. Tal vez los comas de que habla Morga sirvieran para esto, siendo los puntillos los signos de las vocales, así como vemos en un manuscrito que reproduce Mas el signo ‖ para representar la m, n, t, etc. quiescentes. Sobre ello han escrito muchos, como Chirino, Colin, Gaspar de San Agustín, J. de San Antonio, Chamisso, Mas y otros, y en épocas posteriores y con más detenimiento, Jacquet (Journal Asiatique) y el filipino doctor T. H. Pardo de Tavera, cuyo interesante opúsculo «Contribución para el estudio de los antiguos alfabetos filipinos (Losana 1884), viene á ser casi un resumen y un juicio crítico de todos los escritores anteriores, procurando además indagar su origen y su parentesco con los otros alfabetos de la India. Alfred Marche (Luçon et Palaouan) trae sin embargo datos más nuevos y recientes sacados de la tribu de los Tagbanuas (Paragua) que aun hoy día se valen de este alfabeto, y estos datos modifican mucho los conocimientos hasta hace poco en boga sobre esta materia.
  2. Con respecto á la dirección de la escritura de los Filipinos hay las más opuestas opiniones, siendo de notar que los escritores que en estos últimos tiempos se han ocupado de ello, exceptuando Marche, la creen horizontal. Jamboulo, sin embargo, que parece vió esta escritura siglos antes de Cristo, está conforme con Chirino que dice: escribían de arriba abajo (ἄνωθεν χάτω); Colin, Ezguerra y Marche en la dirección contraria, de abajo para arriba; la dirección horizontal se adoptó después de la llegada de los Españoles como lo atestigua Colin, dirección que supone P. de Tavera, y que Mas cree ser la única por el pedazo de manuscrito que reproduce, posterior á la llegada de Legazpi, lo cual pudo inducirle á error como á otros, y también á nuestro Morga. — Lo que parece deducirse es que