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partes y otras á empedírselo) mucha cantidad de Terrenates. La vanguardia del campo iba á cargo de Juan Juarez Gallinato, con los capitanes Juan de Cuevas, don Rodrigo de Mendoza, Pascual de Alarcon, Juan de Cervantes, Capitan Vergara, Cristobal de Villagra, con sus compañías. En el cuerpo del escuadron iban los demas capitanes; y la retaguardia llevaba el capitan Delgado, acudiendo á todas partes el maese de campo. Llegó el ejército á ponerse debajo de la artillería del enemigo, que jugaba á priesa; el gobernador salió á ver como estaba hecho el escuadron, y dejándolo en el puesto, volvió á la armada, á hacer sacar las piezas de batir, y refresco para los soldados. Entre el escuadron y la muralla había unos árboles altos, en que los enemigos tenían puestas unas centinelas, que descubrían la campaña; echáronlos dellos, y pusiéronse las nuestras, que desde lo alto avisaban de lo que pasaba en la fortaleza. El capitan Vergara, y tras él don Rodrigo de Mendoza, y Alarcon, salieron á reconocer la muralla, el baluarte de Nuestra Señora, y las piezas que tenía á la tierra, y una muralla baja de piedra seca, que corría hasta el monte, donde había un baluarte, en que remataba, que llamaban de Cachiltulo, que estaba guarnecido con piezas de artillería, y mucha versería, y mosqueteros, y arcabuceros, piqueros, y otras muchas armas á su usanza, tendidos por la muralla, para su defensa. Y habiéndolo visto todo y reconocido, aunque no sin daño, porque el enemigo había muerto con la artillería seis soldados, y herido en una rodilla (de un mosquetazo) al Alferez Juan de la Rambla, volvieron al escuadron. Poco mas era de mediodía, cuando se reconoció un sitio eminente, hacia el baluarte de Cachiltulo, desde el cual se podía ofender, y echar de la muralla al enemigo; dióse orden á el capitan Cuevas, que con veinte y cinco mosqueteros lo ocupase, que habiéndolo hecho, el enemigo echó un golpe de gente fuera, para impedírselo. Trabóse la escaramuza, y los

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