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han sido honrados con suma alabanza, cuyos hechos, no puedo yo solo deshacer ni destruir. Por lo cual, de ninguna suerte conviene, que en Japon se promulgue, ni predique vuestra ley, y si V. S. quisiese tener amistad con estos reynos de Japon y conmigo, haga lo que yo quiero, y lo que no es gusto mio, nunca lo haga. Finalmente, muchos me han dicho que muchos Japones, hombres malos y perversos, que pasan á ese reyno, y ahí estan muchos años, despues vuelven á Japon; lo cual, es para mí de mucho disgusto; y así, de aquí adelante, no permita V. S. que ninguno de los Japones venga en la nao que ahí viniere, y en las demas cosas, procure V. S. consejo, y prudencia, y se hagan de manera, que de aquí adelante no sean en disgusto mio.»


Como lo que mas había deseado el gobernador, era hacer la jornada de Terrenate en el Maluco, y que esto fuese con brevedad, antes que el enemigo se apoderase, mas de lo que estaba, porque tenía nueva, que los Holandeses, que estaban apoderados de la isla, y fortaleza de Amboino, habían hecho lo mismo de la de Tidore, y echado los Portugueses que en ella estaban poblados, y metídose en Terrenate, con factoría para la contratacion del clavo.

Luego que llegaron los despachos de España para esta empresa, por Junio de seiscientos y cinco, y la gente y socorro que de la Nueva España llevó por el mismo tiempo el maestre de campo Juan de Esquivel, gastó lo restante deste año el gobernador en poner á punto los navíos, gente y bastimentos que le pareció necesarios para la empresa, y dejando en Manila lo que bastaba para su defensa, partió á las provincias de Pintados, donde se juntaba el armada, á principio del año de seiscientos y seis.

Á quince dias del mes de Febrero, teniendo presta y á punto la armada, que era de cinco naves, cuatro galeras de fanal, tres galeotas, cuatro champanes, tres