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campo, al puerto de Talangame. Embarcó su gente en sus galeones, y dió la vuelta á las fortalezas é islas de Amboino y Vanda, donde primero había estado, tomando para sustento de la armada los bastimentos que Gallinato le había llevado; al cual le dió licencia, para que con los Castellanos se volviera á Manila, como lo hizo, en compañía de Rui Gonzalez de Sequeira, capitan mayor que acababa de ser de la fortaleza de Tidore, que en otro navío salió con su casa y mercaderías de aquella fortaleza, y llegaron á Manila, en primeros del mes de Julio deste año de seiscientos y tres, trayendo del general Andrea Furtado de Mendoza, para el gobernador don Pedro de Acuña, la carta que se sigue:


CARTA que el general Andrea FURTADO DE MENDOZA escribió á don Pedro de ACUÑA, desde terrenate, en veinte y cinco de mayo de mil y seiscientos y tres.


«No hay infortunios en el mundo, por mayores que sean, que dellos no se alcance algun bien. De todos los que tengo pasados en esta jornada, que son infinitos, me resultó conocer el celo y ánimo, con que V. S. se emplea en el servicio de su Magestad, de que le tengo envidia y por señor: afirmando, que la cosa que mas estimaré en esta vida es tenerme V. S. en esta cuenta. Y que como cosa suya muy particular, me mande las cosas de su servicio.

»El socorro que V. S. me envió, llegó á tiempo mediante el favor Divino, que él fué el que dió esta armada á su Magestad, y las vidas á todos los que hoy las tenemos, y por lo sucedido en esta jornada, entenderá su Magestad lo mucho que debe á V. S. y lo poco que debe á el capitan de Malaca; pues él fué parte para no hacerse el servicio de su Magestad. Cuando llegó el socorro que V. S. me envió, estaba esta armada sin ningunas municiones por haber dos años que había