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las cosas á arriesgar parte de su reputacion, sin poderlas remediar con la brevedad que convenía. Animóse lo que pudo, y no perdonando al trabajo de su persona, en todo lo que se ofrecia; comenzó por lo que tenía dentro de Manila, y sus comarcas, poniendo galeras y otras embarcaciones en astillero, de que había mucha falta, con que defender la mar, que andaba llena de enemigos y corsarios de otras islas, especial de Mindanaos. Trató de ir luego á visitar personalmente las provincias de Pintados, para acudir con mayor brevedad á las necesidades de aquella parte, que era lo que mas cuidado daba; y húbolo de dilatar algunos meses, por tratar del despacho de las cosas del Japon y de Joló, y de las naos que había de hacer viaje á Nueva España, que todo ocurrió á un tiempo, y que era fuerza proveerlo.

Llegado á Manila Chiquiro Japon, dió su recaudo y presente al gobernador don Pedro de Acuña, que estaba en el gobierno pocos días había; y se trató luego de la cosa y su despacho, con la respuesta que dió bien que pensar en como se haría, con el mayor acertamiento de la cosa que se pudiese; porque, aunque se tenía por bien, y de tanto provecho, la amistad con Daifusama, y por cosa forzosa el procurarla y concluirla, aunque fuese venciendo algunas dificultades, y aunque á los Españoles no les venia muy á cuento la navegacion y comercio al Quantó, todavía se cumpliría su deseo, con despacharle un navío con algunos rescates; pero, que lo demas del trato y amistad con la Nueva España, y enviar maestros y oficiales que fabricasen navíos en Japon, para aquella navegacion en que Daifu insistía, y Fr. Gerómino había asegurado se haría, era materia grave, é imposible de poner en ejecucion, por ser muy dañosa, y de perjuicio para las Filipinas, porque la mayor seguridad que siempre han tenido con el Japon, es no tener navíos los Japones, ni saber de navegacion; y las