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Chave, y el compañero de Fr. Juan Maldonado, y otros ocho Españoles, y Fr. Juan Maldonado, malherido de una bala de un verso, que le quebró un brazo; y el capitan Juan de Mendoza sacó otras heridas peligrosas. Con esto los Sianes volvieron el río arriba, y el navío salió á la mar maltratado, y no le haciendo el tiempo tan apropósito, para atravesar por los bajos á Manila (ni para Malaca que les caía mas cerca), tomó la vía de la Cochinchina, donde entró, y se juntó con un navío de Portugueses que allí había, y le esperó que hiciese su viaje de vuelta para Malaca, para ir en su conserva. Allí vinieron á empeorar de sus heridas, Fr. Juan Maldonado, y el capitan Juan de Mendoza, y ambos murieron, y dejó Fr. Juan Maldonado una carta, escrita pocos días antes, para su prelado y orden de Santo Domingo de las Filipinas, dándoles cuenta de sus viajes y trabajos, y ocasion de su muerte, informándoles de la calidad y sustancia de las cosas de Camboja, á que había sido enviado, y de los pocos fundamentos, y causas que había para inquietarse con aquella empresa, y poco útil que della se podía esperar; encargándoles la conciencia, para que no fuesen mas instrumento para volver á Camboja. El navío con lo que llevaba, fué á Malaca, y allí se vendió todo, por mano del juez de difuntos, y algunos de los Castellanos que quedaron vivos vinieron á Manila, enfermos, pobres y necesitados de los trabajos que habían pasado.

Las cosas del Maluco tenían cada día menos buena disposicion, porque el Terrenate hacía guerra descubiertamente al Tidore su vecino, y á los Portugueses que consigo tenía, y había admitido algunos navíos que á Terrenate habían venido, de las islas de Holanda y Zelanda, á sus contrataciones, por la vía de la India, y por medio suyo había enviado embajada á Inglaterra, y al Príncipe de Orange, sobre pazes, trato y comercio con los Ingleses y Holandeses, de que tenía buena