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Belver, don Alonso Lozano, Domingo de Arrieta, Melchor de Figueroa, el piloto mayor Alonso Gomez, el P. Fr. Diego de Santiago, y el hermano su compañero. El almirante Juan de Alcega, habiendo alcanzado á Lamberto Viezman, poco despues de medio dia, le tomó con poca resistencia; y aunque despues vió pasar á una vista huyendo, y tan desaparejada la nao de Oliver de Nort, no la siguió, y sin mas detenerse, dió la vuelta con su almiranta á Mıraveles, dejando la presa con alguna gente de la suya, que le había metido dentro, para que le siguiese, tampoco buscó su capitana, ni hizo otra diligencia; presumiendo de cualquier mal suceso que hubiese tenido, se le podría poner culpa por haberla dejado sola con el corsario, y ido tras Lamberto Biezman sin orden del Oydor, y contraviniendo á lo que por escrito se le había mandado, temiéndose, que si se juntaba con él, despues de la partida, lo pasaría mal. El Oydor, venida la noche, en la barca de su nao que halló en el islote de Fortun, juntamente con la del corsario, y una caracoa que allí llegó, sacó de aquel puerto los heridos, y gente que se salvó, de manera, que el día siguiente los tuvo en la tierra de Luzon, en la barra de Anazibu[1], provincia de Balayan, treinta leguas de Manila, á donde los avió, con la brevedad que pudo. Por otra parte, en embarcaciones ligeras corrió la costa, y islas de su comarca, en demanda de su almiranta, y de la presa del corsario que se llevó á Manila, con veinte y cinco hombres vivos, y el almirante, diez piezas de artillería, y cantidad de vino, aceite, paños, lienzos, armas, y otros rescates que traía. Á el almirante y Holandeses de su compañía hizo dar garrote el gobernador, que este fin tuvo esta jornada, con que cesó el daño que se entendía hiciera el corsario en la mar, si se dejara estar en ella con el fin que traía, aunque á tanto daño

  1. Násugbu.