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viera hoy la mitad por de su Magestad, con justa razon; y todo él, gobernado por Españoles, y en poder dellos, pudiera ser, que el rey cristiano, y la mayor parte de su gente[1]. En lo de los Chinos, que es lo que mas se ha de tratar, solo digo á v. m. considere, en reyno que venimos á ayudar; y que los Chinos no tenían en él mas que nosotros; y que, habíamos de procurar ganar reputacion, y no perderla, pues veníamos en forma de guerra, y era la primera vez que armada de Españoles entraba en tierra firme, si era bien sufrir de gente tan infame como ellos son, oprobios y ultrajes, y menosprecios, y afrentas públicas, delante de todas estas gentilidades ? y mas andar, arguyéndonos con el rey tirano, para que nos matase; diciéndole de nos muchas infamias y maldades, para atraerle á lo que le pedían; y sobretodo desvergonzarse á matar Españoles, y desarmarlos, y salir á lanzearlos en las calles; todo lo cual sufrí con mucha paciencia, por no alborotar la tierra, rompiendo con ellos; hasta que un dia, quisieron de hecho matar algunos en su Parián: teniéndolos ya heridos y puestos en afrenta, por ser el número muy desigual; y saliendo á este ruido, se pusieron en campo, con muchos instrumentos de guerra, llamándonos á pelea, con vituperios y menosprecios[2]. Llegados á estos términos, en qué reputacion quedáramos, retirándonos ? habiendo ellos llevado lo mejor, pues despues de acometer, y muerto muchos dellos, que seguridad teníamos en reyno tiranizado, y que no se nos mostraba nada amigo, y en un navío solo, y que al presente, estaba varado, con la ar-
  1. Lord Stanley juzga aquí severamente á este Blas Ruiz como un traidor que quiere despojar á su bienhechor. Si Blas Ruiz no se hubiese mostrado después muy interesado, diríamos que obraba por patriotismo, aunque España no necesitaba entonces de cometer estas usurpaciones traidoras para estar bien: tal vez tenía ya demasiado poderío.
  2. Blas Ruiz exagera el atrevimiento de los Chinos más aún de lo que hace Fr. Diego Aduarte.