Página:Sucesos de las islas Filipinas por el doctor Antonio de Morga (edición de José Rizal).djvu/130

Esta página ha sido corregida
— 84 —

Tratándose de lo que en el caso convenía hacer, pareció últimamente, que para no dejar esta causa de la mano, se enviase al Japon una persona de recaudo, con cartas del gobernador, á Taicosama; representándole el sentimiento que tenía por lo hecho, en tomarles su navío y mercaderías á los Españoles, y muerto a los religiosos, pidiéndole, lo enmendase como fuese posible, volviendo y restituyendo las haciendas á los Españoles, y el artillería, jarcia y despojo, que de la nao había quedado, y los cuerpos de los religiosos que había crucificado, proveyendo para adelante las cosas, de manera, que no fuesen los Españoles así tratados en su reyno.

Con este recaudo, despachó el gobernador al Japon, al capitan don Luis Navarrete[1] Fajardo, con un presente de algunas preseas de oro y plata, espadas y ropas de valor para Taicosama: y un elefan-

    del Hermano Aligi Paulo. Estaban entonces en Macao los obispos don Pedro Martín expulsado del Japón, y don Luis que iba allá á sustituirle. Yo les presenté á ellos el Milanés y su botella; la abrieron é introdujeron un pedacito de papel dentro, para reconocer el líquido, que por su color no se parecía en nada á la sangre, aunque sí por su mal olor. Después de considerar bien la materia entre nosotros tres, cerramos el frasco con un pedazo de lienzo tal como estaba antes y se lo devolvimos á Juan Bautista, sin decir lo que pensábamos para no lastimar su devoción; pero opinamos que allí no había nada que se pareciese á un milagro, tanto más cuanto que creímos que recogida la sangre en un paño y exprimida después, permanecería naturalmente liquida porque la parte coagulable se quedaría adherida al tejido. Los frailes se apoderaron más tarde de la botella, y sin mencionar el nombre de Aligi Paulo, se la llevaron al Vicario de Macao, persona poco versada en letras, quien, sin consultar con nuestros Padres ni con los obispos, inducido por los frailes, certificó que la sangre era líquida y que su conservación parecía maravillosa, todo esto, sin mencionar ni su mal color ni su olor repugnante. Cuando lo supo el obispo don Pedro, mandó llamar al Vicario y le amonestó por haber llevado á cabo el negocio tan clandestinamente, habiendo allí dos obispos y varios Padres Jesuítas, entre los cuales cinco ó seis fueron catedráticos de Teología.»
    Sin embargo de todo esto, fueron después canonizados y declarados santos como Mártires del Japón. ¿Cuántos mártires y santos habrá en el Calendario que deben su nombre á un desconocimiento de la Fisiología humana?

  1. Argensola le llama Alderete, sin duda error del escribiente.