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quemando su fuerte y poblazon, con la brevedad que pudieron se embarcaron con todo el campo, y se salieron del río, y se fueron á la Caldera, veinte y cuatro leguas mas abajo, camino de Manila; y metidos en el puerto se hizo un fuerte, en que quedó una guarnicion de cien Españoles, con alguna artillería y bastimentos, y embarcaciones para su servicio.

En esto, llegó la segunda orden del gobernador, para el general don Juan Ronquillo, á que respondió, que ya se hallaba fuera en la Caldera, y no podía volver á el río; y sin detenerse mas se vino con el resto de la armada á Manila, por las provincias de Oton, y Panay. Sabida por el gobernador su venida, antes de entrar en la ciudad, le envió á prender al camino, y procedió en su causa por justicia, por haber sacado del río de Mindanao el campo y ejército, no aguardando la orden (que segun la novedad que las cosas tenían, pudiera esperar); y por mostrar una carta particular don Juan Ronquillo del gobernador, que le envió aparte con la primera orden, diciendo, que en todo caso se viniese á Manila con la gente, porque la había menester para otras necesidades de las islas, en que decía haberse fundado para no esperar la segunda órden, fué dado por libre.

El capitan y sargento mayor Gallinato atravesó con la capitana de su armada, de la Cochinchina á Manila, donde dijo, y dió cuenta á don Francisco Tello (que ya halló en el gobierno) lo que había pasado con su jornada; y como Blas Ruiz y Diego Belloso habían ido desde la Cochinchina por tierra á los Laos, en busca del rey Langara de Camboja; con cuya ausencia, escusó las calumnias de este hecho, en la salida de Camboja; aunque no faltaban muchos de los que con él venían, que informaban con sentimiento la ocasion que había perdido, por no haber hecho rostro ni detenerse en Camboja en tan buena coyuntura, afir-