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LA COMPUERTA NÚMERO 12

zos de cordel adheridos a aquel hierro indicaban que no era la primera vez que prestaba un servicio semejante.

La criatura medio muerta de terror lanzaba gritos penetrantes de pavorosa angustia i hubo que emplear la violencia para arrancarla de entre las piernas del padre, a las que se habia asido con todas sus fuerzas. Sus ruegos i clamores llenaban la galeria, sin que la tierna víctima, mas desdichada que el bíblico Isaac, oyese una voz amiga que detuviera el brazo paternal armado contra su propia carne, por el crímen i la iniquidad de los hombres.

Sus voces llamando al viejo que se alejaba, tenian acentos tan desgarradores, tan hondos i vibrantes, que el infeliz padre sintió de nuevo flaquear su resolucion. Mas, aquel desfallecimiento solo duró un instante, i tapándose los oidos para no escuchar aquellos gritos que le atenaceaban las entrañas, apresuró la marcha apartándose de