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LOS INVÁLIDOS

desfile de los obreros cuyos torsos encorvados parecian sentir aun el roce aplastador de la roca en las bajísimas galerias. De pronto se levantó i miéntras el toque de retiro de la campana de señales resbalaba, claro i vibrante en la serena atmósfera de la campiña desierta, el viejo, con pesado i lento andar, fué a engrosar las filas de aquellos galeotes cuyas vidas tienen ménos valor para sus esplotadores que uno solo de los trozos de ese mineral que, como un negro rio, fluye inagotable del corazon del venero.

En la mina todo era paz i silencio, no se sentia otro rumor que el sordo i acompasado de los pasos de los obreros que se alejaban. La oscuridad crecia i allá arriba en la inmensa cúpula brotaban millares de estrellas cuyos blancos opalinos i purpúreos resplandores, lucian con creciente intensidad en el crepúsculo que envolvia la tierra, sumerjida ya en las sombras precursoras de las tinieblas de la noche.