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EL POZO

se habia escurrido por otro lado i levantando el gatillo, atisbó por entre las ramas, estirando el cuello i empinándose en la punta de los piés.

Los tres dedos marcados en la arena i proyectados hácia adelante como abanico indicaban un soberbio macho.

Sus ojos inquietos i vivaces que rejistraban cada hoja, cada tallo de yerba, descubrieron mui pronto el pico amarillo i la oscura cabeza asomando por la bifurcacion de una rama. El cuerpo, del color de la hoja seca, se adivinaba mas bien que se veia oculto entre la hojarasca. Apuntó con detencion i tiró el gatillo: una magnífica perdiz con las plumas medio chamuscadas por el fogonazo ocupó su sitio en el morral vacío.

Alegre i satisfecho se dispuso en seguida a cargar el fusil cuyo mohoso cañon de una lonjitud i calibre desmensurados estaba unido a la caja por ligaduras de cordel i