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JUAN FARIÑA

aquel hacinamiento ele escombros carcomidos por el tiempo.

En lo mas alto, dominando la líquida inmensidad, la cábria destácalas negras líneas de sus maderos entrecruzados en el fondo azul del cielo como una cifra siniestra i misteriosa. En las agrias laderas, las casas de los obreros muestran sus techos hundidos i por los huecos de las puertas i ventanas, arrancadas de sus goznes, se ven las blanqueadas paredes llenas de grietas delas desiertas habitaciones.

Algunos años atras ese paraje solitario era asiento de un poderoso establecimiento carbonífero i la vida i el movimiento animaban esas ruinas donde no se escucha hoi otro rumor que el de las olas, azotando los flancos de la montaña.

Densas columnas de humo se escapaban entónces de las enormes chimeneas i el ruido acompasado de las máquinas, junto con el subir i bajar de los ascensores en el pique,