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tinado a triturar el grano, cantorreaba apaciblemente:

— De balde chillas, cascabel del diablo... te voi a reducir a polvo, a polvo ímpalpable que esparciré a los cuatro vientos...

Un galope precipitado resuena en la carretera. Procede a la cabalgata un jinete en un caballo blanco de espuma: Es Isidro, el hijo del hacendado. Rota la hevilla de la espuela se desprendió el mozo de la montura i rodó en el polvo que amortiguó considerablemente la violencia de la caida. Al trasponer la puerta de trancás un coro de voces femeniles se alzó clamoroso:

— ¡Milagro, milagro, si es el niño, don Isidrito... Alabado sea Dios!



FIN