Página:Sub Sole.pdf/139

Esta página ha sido corregida
- 155 -

dos de los campesinos cumplieron en un instante, i Quilapan, libre de las ligaduras se enderezó como un resorte. Con los brazos cruzados sobre el pecho paseó en torno su mirada desafiante, torva, cargada de odio, de desprecio, de rencor. Buscó el sitio donde habia existido el rancho i a la vista de la delgada columna de humo que subía del monton de ceniza, último vestijio de la habitacion, su salvaje furor estalló de nuevo i, como un relámpago, se abalanzó sobre una, de las hachas que habia ahí cerca; pero don Cosme, que acechaba aquel instante, le lanzó de traves la certera lazada que le cojió ámbos pies a la altura de los tobillos.

Detenido por el violento tíron que lo echó de bruces sobre la hierba, Quilapan se sintió arrastrado subitamente por el áspero suelo con progresiva velocídad.

El terreno con lijeras ondulaciones, cubierto de malezas en las cuales el cuerpo del indio abria un ancho surco, se estendia libremente hasta la carretera.

Adelante galopaba don Cosme guiando con la diestra la tirante cuerda, i mas atras, en dos filas, cerraba la marcha la escolta de campesinos. El sol mui alto en el horizonte lanzaba sobre las campínas la blanca irradiacion de su antorcha deslumbmdora. A espalda de los jinetes un clamorco lejano indicaba la presencia de las mujeres que con sus hijos a cuestas corrían en pos de la comitiva.

Quilapan, echado sobre el vientre, habia sentido