-.m-— todos los asistentes que el Salvador del mundo habia bajado aun otra vez a la tierra. Rosa acababa de recibir asu Dios.
Lo que entonces pasó por su alma no puerte pintarse con el lenguaje de los hombres. Esla purai dulce intimidad de la cria= tura con su Criador no se esplica, se siente.
¡Todos debemos haber conocido esla sublime felicidad! ¡Des- graciado de aquel que no haya sabido comprenderla!
¡Qué consuelo, qué alegria, Venir Dios a visitarme; Venir en persona a honrarme Porsu amor i su bondad!
¡Ai, Jesus, mi dulce dueño! Yen, miamori mi consuelo; Ven, mi gloria, ven mi ciclo; Ven en mi alma a descansar!
Yo le adoro ¡ le venero, Rei augusto i soberano,
Que por un prodijío raro Has venido en mí a habitar.
De mi corazon las llaves,
1 de mi alma te presento; Recibelas, dulce dueño, Te juro fidelidad.
XXXvIIL Primeras impresiones falsas de la niñez.
Las falsas nociones de las cosas, las preocupaciones jerminan con estremada facilidad en el cerebro de las niñas, i las mas lo- cas supersticiones, las opiniones mas absurdas se graban en ellas como en blanda cera, dejando tan duraderas i permanentes im- presiones que no se borras sus huellas aun despues de haber entrado en la edad de la razon,