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lo ennoblecen, las que lo purifican, las que lo vuelven hermoso. Ellas son las que graban en él esa belleza mas duradera que la del vostro i que hace estimar mas que ella. Ellas son las que al pasar por el borde de un precipicio cubierto de flores, os dan la mano para que no caigais en él. Ellas son, en fin, las que ponen en vuestras manos la antorcha que debe iluminaros cuando algun dia marcheis solas o tengais que guiar a otras por el sendero de la vida. Pensad, pues, si tantos i tan grandes favores merecen ser agradecidos i recompensados con el amor, la aplicacion ¡el respelo.

Los pajaritos que alimentais en vuestras casas cantan mas, i os acarician i festejan con mas ternura cuando los cuidais con mayor esmero. Aprended, pues, vosotras de los pajarilos,

Las rosas crecen mas lozanas i tienen mas perfumes para la mano que las cuida i riega, Imitad, pues, a las rosas.

En vuestra tierna edad en que no se conoce bien aun el moti- vo porque se obra con vosotras de esta o de aquella manera, se mira jeneralmente con cierto desaire a las personas que nos edu- can, porque se ven a veces en la triste precision de castigar. Este es un error en que no quisiera que incurrieseis vosotras, porque destruye en gran parte o cuando ménos retarda los efee- tos de la educacion. No estimar a las profesoras porque os cor rijen i contrarían en ciertos casos, es lo mismo que si una niña, estando enferma, aborreciese al médico porque se ve obligado a darle bebidas amargas para volverle la salud.*

Cuando seais mayores i os podais presentar en el mundo con la educacion ya terminada, conocereis mejor los buenos resul- tados de las reprensiones de vuesiras directoras ¡i las bendeci- reis por ellas. Entónces comprendercis cuánto os amaban i se

  • El que tus faltas reprende

A tu bien futuro atiende,


Amai presta lu atencion Al que te dicre instruccion