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particular sino con las mas virtuosas: huye con cuidado de las niñas malas ¡ aun de las alurdid»s, porque el aturdimiento i la irrefleccion pueden conducir á la desobediencia i a todos los vi- cios que de ella se orijinan.

Da buen ejemplo a todas ¡ especialmente a sus amigas: delan- te de ellas nada dice ni hace que no pueda ser referido a sus res- peclivos padres.

Respeta ¡ama a su profesora; recibe con docilidad sus pre- ceptos i consejos, i se muestra reconocida a sus cuidados.

Jamas murniura de su severidad i no pone en duda su impar- cialidad i justicia; i si oye que se habla desfavorablemente de ella, la defiende con el celo de una hija i el calor de una amiga.

Observando esta conducta, la nisia aprovecha las lecciones da su profesora i es la gloria i alegría de sus padres.

XXXIV. Emilia.

Emilia era hija de un honrado artesano de Paris, i ya desde sus primeros años habia anunciado una viva intelijencia i una sensibilidad profunda. Una sonrisa de Emilia consolaba a su madre de todas sus penas, i reanimaba el valor abatido de su pa= dre. Fué una época tremenda en la que nació esta niña; la guer- ra, despues de la revolucion, continuaba mas encarnizada i san= grienta que nunca.

El Consulado comenzaba, i Napoleon pidió al instante su ju= ventud a la Francia. Miéntras que Jos padres estrechaban á ios

Venenos son que emponzoñan Los mas puros corazones.

Deten el paso no sigas Aquellas que se desbordan, Sepárale pronto de ellas,

¡No sea que te corrompan!