— bh jilo: mira el vestido roto ¡los piés descalzos de esa pobre niñitat Si lo permitieseis, con uno de mis trajes de algodon podria hacerle su madre uno mas bueno.
—Lo apruebo, i mañana se lo traerémos con un par de za- palo:
La amable niña saltó de contento ise dió prisa a anunciar esta buena noticia a la mieta de la vieja. Miéntras tanto, su hermano habia sacado de su bolsillo algunos centayos destina- dos para comprar juguetes, ise oyeron caer en el vacillo de hojalata de la vieja... Estos beneficios inesperados hicieron que Ja cara de la nietecila despidiese rayos de alegría, i que se pu- siese a recitar sus oraciones con las manos levantadas al cielo como un anjelito.
Vos retiramos, i tomando yo la mano de los dos hijos de mi amiga, les dije: —¿Qué pensais, amigos mios, de lo que acabais de ver? ¡Qué existencia la de esta pobre nietecital ¡Casi des- ñuda, mantenida con pan duro, privada de todas las dulzuras de La vida, ve frecuentemente en las manos de los niños que pasan por delante de ella, o golosinas, o juguetes que podían escitar sus deseos, que juegan juntos, corren libremente, en tanto que ella no puede separarse de su abuela ciega! Pues, sin embargo, (qu nina todavia, se somete ntodas esas privaciones, Mena todos esos deberes con constancia, con resignación, con contento, sin que nunca haga que hacerle reconvencion alguna; iléjos de quejarse, de Norar, de impacientarse, al menor bene- ficio quese le promete, su primer pensamiento es dar gracias a Dios. ¡Oh! mis buenos amigos, no olvideis nunca a esla nie- tecita, i pensad en ella siempre que os veais tentados de formar deseos indiscretos, o de faltar a algunos de vuestros deberes» cuando eslais colmados de todos aquellos bienes de que carece esa pobre niña!