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hijos, aun de los mas afectos a sus padres, huhierau objetado la dificultad de levar a la iglesia una persona tan enferma. Pero María respondió con prontilud: «¿Quiere Ud. ir « la iglesia? Bien, madre mia, ivémos; sí, yo acompañaré a Ud.; puede Ud. estar tranquila. y. T tomando su mano, se la hesó; porque siempre le hablaba con: dulces caricias ¿las ¡mas liernas aten ciones. e

Al dia siguiente, colocó a su madre en una silla ¿la llevó así hasta la iglesia, a fuerza de tiempo ¡de trabajo. La jóven tardó en llegar al templo tros cuarlos de hora, cuando no distaba de su casa sino minutos.

A la vuelta, que tuvo lugar de la misma manera, Maria, llena de alegría, dijo: «Ha rogado Ud. a Dios, madre mis? ¿Está Ed. contenta? ¿No se ha cansado Ud.? ¿no es cerdad?

Este penoso paseo se repitió despues, siempre que la buena mujer lo deseaba.

María guardaba para sí el pan negro que tecojía, i compraba pan blanco para su madre, así como leche ¡otros alimentos. La jóven no comia mas que papas.


Un dia le dieron una torta, i al cabo de cierto tiempo aun tenia parte dle ella en casa.


Preguntándole la persona que se la dió, cómo no habia con= eluido la torta, contestó:

—La conserco para mi madre: le doi un. pedacito a. cada co- mida, porque le gusta mucho.»

—¿l la no has comido de ella?

—Seria una maldad guitar una ración a mi pobre madre, a guien le gusta mucho. ..... justo es que haga yo en su obsequio cuanto pueda,

En medio de la enfermedad, la pobre mujer está lan aseada, se le asiste tan bien, i se le cuida con tal solicitud, que causa admiracion.

Algunas veces se impacienta i se pone de mal humor, de modo