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los cuidaré mucho con este objeto. Llévelos LS. hasta donde gustes pero le ruego que no me confunda con la jente mercena- ria, ino me agravig ofreciéndome dinero. »

Asombrado de este vasgo de palriolismo, quiso el jeneral per- suadlirla que sus deberes de madre de familia merecian la pre- fereucia sobre tudos los demás. «No, de conleslo, més bienes, mis hijos, eii persona, todo pertenece a la patria: todo lo debo a ella, ¿todo lo suerificaré gustosa ¡or su felicidad á por su glo- ría. o A esta elocuente esposicion de sus bollos sentimientes »0 habia respuesta que dar; se le concedió do que solicitaba: i al frente de sos peones tuvo ella li satisfaccion de trasportar el ejército gratuitamente hasta la segunda posta. Un testigo de vista, persona de todo crédito, que nos ha faverecido con la relacion de este pasaje, no ha podido, por llesgracia, acerdarse wi del lugar de residencia, wi del nombre de aquella buena po- trivta.









Xi La bija de Milton.

Milton, el sublime pocto ingles, ya viejo y ciego, se veía re- ducido ala mayor indijencia; pero en medio de sus infortunios Je quedaban su esposa todavia jóven, i tres hijas hermosas como ánjeles, que con sus cuidados isus caricias hacian olvidar su desgracia al ilustre pocta. Jenny, que era la mayor, prove las necesidades de la casa, ia fuerza de trabajo i actividad no varecian sus padres de algunas comodidad

Jenny tocaba divinamente el ciavicordio, * talento mui raro en una épora en que la música habia hecho mui pocos progre- sis en Inglaterra. Además, se hallaba dotada de cuantas yen






Eesteumento de cuerdas de dlunbre.