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£u carrera ana bala que la salido de un fusil, Sed prudentes, hijas mias; uo sorprondals jamas conversaciones ajenas, porque muchos veces el que escucha su mal oye.

Recordud esta sabía máxima: Antes de hablar pienso. Des- pues aiirnde a quién, donde ¿cuándo hables




Quien quiera bien acertar, Vablar debe con mesura, Despues de considerar Persona, tiempo 1 lugar,

E niateria 1 coyuntura.

La niña que no ponga Ereno a la lengua, No tema las desgracia Que le sucedan: Pacs las palabras

No pueden recojerse Ya pronunciadas.


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XX VIiL

Patriotismo de una señora arjentina.


los VR10, habiendo llegado el primer ejúrcito auviliar de Bue. os Alves aun punto de las inmediaciones de Córdoba, en que ¡lebia mudar caballos para pasar adelante, se presentó al jencral <a jefe, don Antonio Baleaece, con el múmero suficiente de estos animales, la viuda del maestro de posta, ile dijo: «Señor jeneral, acepte U.S. estos caballos para el servicio de la patria. » Aquel jefe, sabiendo que ellos cunslituian todo su patrimonio. etojió su desimteres; pero al mismo liempo lo hizo ver que las circunstancias no exijian semejante sacrificio, i dió órden al comisario para que le pagase. «Pues bien, repticó, ya que U.S. no los necesita porahora, considérelos siempre como propiedad públicas disponga de cios cuando la salud del país lo exijaz yo