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Razonawiento de una madre.


El matrimonio, hija mia, es un estado de cuidados i sacrifi- cios; ¡sin el sentimiento que todo lo hace Mevadero i fácil. es mui dificil complir sus deberes juntamente con los de la virtud. Las obligaciones son sin duda recíprocas; pero las mujeres sonws Mamadas a cuidados particulares. Habiéndonos dodo naturaleza mas gracias. mas amenidad i mas delicadeza que u las hombres. nos enseña que toca a nosotras poner las atencio- ves. las complacencias i los respetos en esle comercio, del cual sacamos en cambio los frutos de la proteccion i de los trabajo» mas importantes de los hombres. La fortaleza es su herencia; la dulzura es la nuestra; i da fuerza no resiste a la dulzura. Obedezeamos para reinar, i sujetémosnos a las pequeñas evsos ¡uva gozar de las grandes. Quehaceres muy serios nos ocupan. Fl cuidado de ageadar, que so cumple can las atenciones de licadas, debe ser nuestro primer objeto ....

Desdeceldia en quecnasca, cosórto, cool dol aiodad br adlijas, hija mia: tu madre no será mas que ta amiga; pero una amiga tierna, consoladora ¡i lalvez útil.

Es una dicha para ti el que yo conozca los límites de mi poder. Si go pretendiese exijir de lí una cosa contraria a la voluntad de tu marido, no vaciles, purque a él es a quien debe- rás obedecer. a ménos que el honoc* i la virtud te lo prohi- biesen.

Acostúmbrale, hija mia, a esta idea de obediencia, pues sos- tiene el alma en las ocasiones en que un marido se enoja. El «ue dí has elejido tiene mucho entendimiento, mucha cortesía, much estimación i aficion a ti para tomar jamas el tono impe- riuso de señor; pero deberás tener presente este iratamiento, que es xn ractivo mayor para tu cariñosa gratitud.






  • Lo que es opuesto al honse

Vete inspirarzos horror.