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Tanto que en estremo toque: Huye de influencias nuevas, En el vestirlo mas llano

Es lo que mejor asienta,

Que quien se engalanó mucho Nunca fué hombre de prendas; El aseo i compostura

En juventud 1 en vejez,

Al hombre dan robustez Salud, despejo, hermosura.

XVI. La madre.

Nada iguala al cariño de una madre; i cuando ésta es instruida i virtuosa, sus bijos han conseguido la heren-ia mas apetecible. Esta singular felicidad habia cabido a la linda Emilia, niña de unos nueve años, ¡a Cárlos ¿ Roberto, sus hermanitos. Todas las tardes la madre de estas afortunadas criaturas se complacia en enseñarles alguna cosa útil. Miéntras los dos niños leían un cuentecilo moral que les labia señalado su solicita mamá, ésta daba a su hija una leccion mas séria,

—Hija mia, le decia, habrás observado que hoi he reprendido a tu primo Anselmo por la crueldad que ha demostrado dando muerto a aquel lindo pajarito.

—Pues Roberto ha tomado el otro dia un nido que se hallaba oculto bajo el follaje que hai cerca de la pared de la huerta.

—Roberto hito mal. Los animales que no son perjudiciales al hombre no deben matarse. Esto prueba por lo ménos un mal corazon. Los pajaritos no sufren ménos las penas físicas que nosotros, i es una crueldad causárselas sin motivo. El niño cruel con los animales está mui propenso a serla con sus semejantes.

—Yo le dije, replicó Emilia, lo mal que hacia en privar de la vida a aquellos lindos pajaritos. No padecían ellos, sino sus