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sas a que acudir i de cuyo exacto cumplimiento depende a veces su reputacion i crédito, i que la niña que por dejacion les ubliga con frecuencia a nuevos gastos, al paso que mina sordamente su poca o mucha fortuna, * se atrae su aborrecimiento 3 hasta el desprecio de los estraños a quienes creyó deslumbrar zon la riqueza de sus vestidos i por el modo de presentarse en el mundo.

No cabe duda, hijas mias, en que todos los estremos son vicio- sos í deben porlo mismo evitarse; pero si debiescis pecar por estremadamenie descuidadas o por nimias i estremadas en el aseo, preferiria que fuese lo último, pues los males que de esto nacen son nada en comparacion de los muchos í perniciosos efectos de la neglijencia i desasco.

No debeis, sin embargo, entender por compostura i aseo el pintarse los carrillos, como jeneralmente lo hacen las mujeres de vida relajada; ni tampoco el ensolimanarse o ponerse en el rostro otras aguas que tan mal asientan a las morenas como a las blancas. El color no entra para nada en el bien parecer ni en la hermosura, la cual consiste en las facciones i en la espresion de éstas. Una morena puede ser lan agradable i tan hermosa como una blanca, sobre todo si es instruida i virtuosa. Ademas, ese soliman o erema que acoslumbran ponerse cierlas mujeres, es la causa de los dolores de muelas de que padecen i de la pérdida de la dentadura que tanta falta hace i que tanto debe cuidarse j Ascarse.

Esta ridícula costambre mujeril, nacida en los tiempos de ignorancia del hello sexo, va ya desapareciendo mediante la edu- cacion e instruccion que recibe hoi Ja mujer, la cual comprende mui bien que con tales aliños, mui léjos de agradar, se alrae el ridículo ¡el desprecio de los hombres sensatos í de mundo.

Andar aseado i limpio Conviene, pero no sea

  • Mujer que gasta sin tasa

Es la ruina de su casa.