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La honda fiebre del alma, que la frente Tiñe con enfermiza palidez.

Viviendo, su pureza empaña el alma La cada instante alguna culpa nueva Arrastra en la corriente que la lleva Con rápido descenso al alahud.

La tentacion seduce; el juicio engaña ; En los zarzales del camino deja Alguna cosa cada cual; la oveja

Su blanca lana, el hombre su virtud.

Ve, hija mia, a rezar por mí, i al cielo Pocas palabras dirijir le baste ; «Piedad, Señor, al hombre que criastes ; Eres Grandeza; eres Bondad; perdon > I Dios te oirá; que cual del ara santa Sube el humo a la cúpula eminente, Sube del pecho cándido, inocente, Al trono del Eterno la oracion.

Ruega por mí, i alcánzame que vea, En esta noche de pavor, el vuelo De un ánjol compasivo, que del cielo Traiga a mis ojos la perdida luz. 1 para finalmento, como el mármol Que se lava en el templo cada día, Arda en sagrado fuego el alma mia, Como arde el incensario ante la Cruz.

Ruega, hija, por tus hermanos, Que sufre el ceño mezquino


Los que contigo crecieron, — . Delos que beben el vino 1 un mismo seno esprimieron, - Porque Je dejen la hez. Ian mismo techo abrigó. Por el que, de torpes vicios Ni por los que te amen solo Sumido en profundo cieno, El favor del cielo implores: — Hace ahullar el canto obsceno Por justos ¡ pecadores De noctarno hacanal. Cristo en la Cruz espiró. L por la velada virjen

Ruega por el orgulloso, — Que ensu solitario lecho, Que ufano se payonea, Con la mano hiriendo el pecho, Í en su dorada librea Reza el himno sepuloral. Funda insensata altivez, Por el hombre sin entrañas

I por el mendigo humilde En cuyo pecho no vibra