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Buenas compañias.

Un poeta persa, Saadi, espresa por el siguiente apólogo cuál esla influencia de las buenas compañías.

«Estando paseando, dice, vi a mis piés una hoja medio seca, que exbalaba mui suave olor. La tomo i respiro su aroma con delicia. Tú que eshalas tan dulce perfumo, le dije, ¿eres la rosa? Nó, me respondió, no soila rosa; pero he vivido algun tiempo con ella; de esto proviene el dulce perfume que exhalo.»

Otro poela ha dicho, hablando de las buenas compañías :

Acompañarie procura, Con niñas de honra ¡de punto, Que, aunque seas tú quien fueres, Como las otras le juzgo.

Mi Las solteras.

Una mujer, aunque no se case, puede ser mui til en el mundo; sus necesidades son menores, ino tiene que cuidar a un marido ni a los. hijos. Libre de las penas inherentes al ma- trimonio, puede consagrarse enteramente a los cuidados que debea la ancianidad i a las enfermedades de los que le dieron el ser; puede, si tiene luces, instruir a la juventud pobre, i guiarla en el ejercicio de las virtudes. Una jóven apreciable por su ánimo piadoso, sensible ¡ caritativo, es un consuelo que re- serva la Providencia para los seres que padecen. Para desem- peñar tan noble tarea no hai necesidad de que sea rica. El oro prodigado al infortunio por la mano de una fria piedad, ¿puede valer tanto como la bondad compasiva que consuela i abre a la esperanza los corazones abatidos por la desgracia?

Si durante muchos años sentis vuestra alma inclinada a huir