—170—
Vuelve a Sion tu benigno
Rostro primero i tu piedad amante, [ sus muros la humilde
Jerusalen, Señor, al fin fevante.
E de puras ofrendas Se colmarán tus aras, i propicio Recibirás un día El grando inmaculado sacrificio.
ANDRÉS BELLO.
XXXVII
Al Salvador. PLEGARIA.
Dios clemente i justiciero, — Consuelo que el cristianismo Luz de luz. Dios eternal, — Dió a una raza criminal! 1 Dios de Dios verdadero, Tu misericordia espero Para mi alma criminal.
Tu sangre preciosa diste l espirastes en una Cruz; A los hombres redimíste ; Mas ¡cuánto, Señor, sufriste ¿Tu voluntad no bastaba Para mostrarnos la uz ! Para al hombre redimir,
Fué un misterio bu agonía, — 1u mirada no salvaba? Pues fuiste hombre siendo Dios: Mas... Señor, escrito estaba El hombre en la Cruz moria, — 1 Vi debias morir.
Señor, ¿ por qué necesario Fué tan inmenso dotor? Espíritu humanitario,
¿Por qué alzaste un calvario Para probarnos tu amor?
Mas siempre Dios existia ¡Morir tú, vida en esencia 1 no iba del hombre en pos. — Luz de la Rumanidad !
Tú existias espirando ¡Morir quien da la existencia ! En tu inmenso padecer, ¡Ai! Señor, mi intelijencia Tu sangre estaba brotando, — Se pierde en tu eteenidad !
Eo piorás Desssdo, or Las sombras cercan mi mente a +1 no puedo comprender ¡La redencion! el bautismo Cómo un ser omnipotente, De la vida terrenal, Sol de otro sul refuljente, La luz que enseñó el abismo, — Quiso aniquilar su ser.