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Que vuestros mas puros sentimientos al levantaros, durante el dia i al acostaros, sean para ese Ser todopoderoso, que os ha criado para que creais en él i le adoreis, i os dió padres que os educasen e idolatrasen, i el sol i las estrellas, las flores i las aves para embellecer vuestra existencia.

Somos demasiado pequeños miéntras vivimos para conocer a Dios sino por sus obras. Sabemos que existe porque existe el universo i porque este no pudo criarse a si mismo, ni pudieron ser hijas de la casualidad las maravillas que encierra.

¿Quién puso limites al mar cuando este amenazaba traspasar sus orillas? ¿Quién abrió paso a las lluvias impetuosas? ¿Quién trazó las sendas del rayo? ¿Quién hace caer sobre la tierra el agua i el rocio? ¿Quién, en fin, crio el hombre i el sol, i la luna, i las estrellas sino Dios, ese Rei cuya morada es el cielo? Básteos por ahora saber que existe i que debeis amarle i adorarle. Los siguientes versos servirán para robustecer en vuestros infantiles corazones la fé i el amor a ese Ser Supremo:

En los labios de mi padre
Tu nombre, oh Dios, aprendí;
Nombre dulce para mí
Cual los besos de mi madre.

Por ellos supe, oh Dios mio,
Que del cielo, las estrellas,
Las aves i flores bellas
Formasteis para mi vos.

Despues os vi, Rei del cielo,
Del sol en los resplandores,
Del clavel en los olores,
De las aves en el vuelo.

Os vi en la brisa que pasa,
En el mar que el viento riza,
I el vapor que se desliza,
Cual nevado chal de gasa.

Do quiera os vi i os amé;
Que es imposible, Señor,