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vidad en las campañas de la guerra de la independencia, su ar= rojo idenuedo en los combates, unido a los esfuerzos constan— tes de sus lravos compañeros, nos dieron al fin lalibertad de que gozamos.

Mas, ¿qué se ha hecho hasta hoi para honrar la memoria de esa horoina, de esa matrona chilena, que tal fortaleza manifestó en los Irabajos i que fales hijos supo dar á la patria? ¿ Cubren siquiera sus restos: venerandos una modesta lápida, un monu- mento que recuerde a la posteridad su patriotismo sus virtu- des? [su hijo ¿ha recibido el galardon a que sus nobles haza- ñas le hacen justamente acreedor? ¡ Triste condicion de las co- sas humanas! ¡ La madre yace olvidada, hasta el punto de ha- bernos costado un triunfo el poder reunic unos pocos datos para formar con ellos estos breves apuntes bingráficos; ¡el hijo, aunque respetado i venerado por todos los hombres de bien, habila una triste choza en un barrio apartado de la ciudad, pues su escasa renta no le da para mas!


ar. Doña Luisa Recabárren de Marin.

Doña Luisa Recabárren nació en la Serena, en 1771, i falleció en Santiago el 31 de mayo de 1839 a la edad de 61 años.

Fueron sus padres don Francisco de Paula Recabárren i Pardo de Figueroa, i doña Josela Aguirre i Argandoña, descendiente por línea recta de don Francisco de Aguirre, conquistador de Cuyo. y

Doña Luisa quedó huérfana a la edad de ocho a nueve años, pero felizmente bajo la guarda de sus afectuosos tios don Esta nislao Recabárren, dean de la catedral de Santiago, i de su her- mana doña Juana, viuda jóven de mérito distinguido i sin fami-