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nr. Doña Agueda Monasterio de Lattapiat.

Cuando los pueblos se proponen ser libres e independientes, jamas dejarán de conseguirlo si. hai entre ellos union, constan= cíai enerjía. Entónces se hacen animososi valientes ; soportan con gusto los trabajos mas terribles; vencen las dificultades mas insuperables i atropellan, por decirlo asi, todos los riesgos i pe- ligros dela vida. Nada los detiene i nada los arredra. Entre las bayonetas, las espadas i los cañones, ellos se lanzan a la brecha, asallan los castillos ¡ acometen i triunfan de sus enemigos.

Ninguna de las historias nos vfrece pruebas mas convincentes de esta verdad que la de los naturales de nuestra patria, KMos jamas rindieron la cerviz al pesado yugo de la servidumbre es- pañola; sostuvieron cerca de dos siglos una constante lucha, queriendo antes morir a la espada ¡al fuego mortífero de los ca- ñones que ser humildes esclavos. No importa que las aterrantes armas de los españoles fulmineu contra ellos rayos de fuego: hieran enhorabuena sus fusiles a grandes distancias los desnu- dos pechos de losindios: ellus sin mas armas que su valor, union patriotismo, acometen, asaltan i vencen muchas veces a Jos mas aguerridos españoles.

Intrépidos i con el mayor denuedo se presentan a pecho des- cubierto en los mas inminentes peligros de la guerra; i sin temor a las balas, ni a la metralla de la artilleria, avanzan hasta quitar al enemigo los cañones que les ofenden, como sucedió en la ba- talla de Marihuena (1554), mandada por Villagra. Ellos, en fin, sin mas estimulo que la gloria de conservar su propia libertad, supieron sostener con suma constancia i heroismo, nna guerra sangrienta i esterminadora por el largo espacio de ciento ochen- ta i cuatro años, hasta conseguir que los mismos españoles les propusiesen la paz bajo la condicion de no reconocer el menor homenaje ni tributo para su soberano monarca.