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de la guerra, aunque no ha sido pequeña; mas con estar, á lo que pienso, en servicio de Dios y conocimiento de la vanidad que es el mundo, todo ha sido suave, como diré despues.

Pues para lo que he tanto contado esto, es (como he ya dicho) para que se vea la misericordia de Dios y mi ingratitud; y lo otro, para que se entienda el gran bien que hace Dios á un alma, que la dispone para tener oracion con voluntad, aunque no esté tan dispuesta como es menester; y como si en ella persevera, por pecados y tentaciones y caidas de mil maneras, que ponga el demonio, en fin, tengo por cierto la saca el Señor á puerto de salvación, como (á lo que ahora pareee) me ha sacado á mí: plega á su Majestad no me torne yo á perder.

El bien que tiene quien se ejercita en oracion hay muchos santos y buenos, que lo han escrito, digo oracion mental, gloria sea á Dios por ello; y cuando no fuera esto, aunque soy poco humilde, no tan soberbia, que en esto osára hablar.

De lo que yo tengo espiriencia puedo decir, y es, que por males que haga quien la ha comenzado, no la deje; pues es el medio por donde puede tornarse á remediar, y sin ella será muy mas dificultoso: y no le tiene el demonio por la manera que á mí, á dejarla por humildad; crea que no pueden faltar sus palabras, que en arrepintiéndonos de veras y determinándose á no le ofender, se torna á la amistad que estaba, y á hacer las mercedes que antes hacia, y á las veces mucho mas, si el arrepentimiento lo merece; y quien no la ha comenzado,