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mis consideraciones para ir adelante: aquí me dió ánimo contra mí, de manera que lo puse por obra.

En tomando el hábito, luego me dió el Señor á entender, cómo favorece á los que se hacen fuerza para servirle, la cual nadie no entendía de mí, sino grandísima voluntad. A la hora me dió un tan gran contento de tener aquel estado, que nunca me faltó hasta hoy; y mudó Dios la sequedad, que tenia mi alma, en grandísima ternura: dábanme deleite todas las cosas de la religión; y es verdad, que andaba algunas veces barriendo en horas, que yo solia ocupar en mi regalo y gala; y acordándoseme que estaba libre de aquello, me daba un nuevo gozo, que yo me espantaba, y no podia entender por donde venia. Cuando de esto me acuerdo, no hay cosa que delante se me pusiese, por grave que fuese, que dudase de acometerla. Porque ya tengo espiriencia en muchas, que si me ayudo al principio á determinarme á hacerlo que, siendo solo por Dios, hasta encomenzarlo quiere, para que mas merezcamos, que el alma sienta aquel espanto, y mientra mayor, si sale con ello, mayor premio y mas sabroso se hace despues: aun en esta vida lo paga su Majestad por unas vias, que solo quien goza de ello le entiende. Esto tengo por espiriencia, como he dicho en muchas cosas harto graves:

y ansí jamás aconsejaria, si fuera persona que hubiera de dar parecer, que, cuando una buena inespiración acomete muchas veces, se deje por miedo de poner por obra; que si va desnudamente por solo Dios, no hay que temer sucederá mal, que