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CAPITULO IV

Dice cómo la ayudó el Señor para forzarse á sí mesma para tomar hábito, y las muchas enfermedades que su Majestad la comenzó á dar.

En estos dias que andaba con estas determinaciones, habia persuadido á un hermano mio (1) á que se metiese fraile, diciéndole la vanidad del mundo; y concertamos entramos de irnos un dia muy de mañana al monesterio adonde estaba aquella mi amiga, que era á la que yo tenia mucha afecion, puesto que ya en esta postrera determinación yo estaba de suerte, que á cualquiera que pensara servir mas á Dios, ó mi padre quisiera, fuera; que más miraba ya el remedio de mi alma, que del descanso ningun caso hacia de él. Acuérdaseme á todo mi parecer, y con verdad, que cuando sali de en casa de mi padre no creo será mas el sentimiento cuando me muera; porque me parece cada hueso se me apartaba por sí, que como no habia amor de Dios, que quitase el amor del padre y parientes, era todo haciéndome una fuerza tan grande, que, si el Señor no me ayudara, no bastáran (1) Antonio de Ahomada, que segun opinion probable, entró religioso dominico en Santo Tomás de Avila.