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bondad, que tenia mucha, de esta no tomaba nada, y tomé todo el daño de una parienta, que trataba mucho en casa. Era de tan livianos tratos, que mi madre la habia mucho procurado desviar traque tase en casa (parece adivinaba el mal que por ella me habia de venir), y era tanta la ocasion que habia para entrar, que no habia podido. A esta que digo me aficioné á tratar. Con ella era mi conversación y pláticas, porque me ayudaba á todas las cosas de pasatiempo, que yo queria, y aun me ponia en ellas, y daba parte de sus conversaciones y vanidades. Hasta que traté con ella, que fué de edad de catorce años, y creo que mas (para tener amistad conmigo, digo, y darme parte de sus cosas) no me parece habia dejado á Dios por culpa mortal, ni perdido el temor de Dios, aunque le tenia mayor de la honra: este tuvo fuerza para no la perder del todo; ni me parece por ninguna cosa del mundo en esto me podia mudar, ni habia amor de persona dél, que á esto me hiciese rendir. Ansí tuviera fortaleza en no ir contra la honra de Dios, como me la daba mi natural, para no perder en lo que me parecia á mí está la honra del mundo; y no miraba que la perdia por otras muchas vias. En querer esta vanamente tenia extremo: los medios, que eran menester para guardarla, no ponia ninguno; solo para no perderme del todo tenia gran miramiento. Mi padre y hermana sentian mucho esta amistad, reprendíanmela muchas veces: como no podian quitar la ocasion de entrar ella en casa, no les aprovechaban sus di-