Página:Su vida - Santa Teresa de Jesús - Tomo I (1927).pdf/229

Esta página no ha sido corregida
227
 

tarse nuestro espíritu, si Dios no le levanta; porque está cargado de tierra y de mil impedimentos, y aprovéchale poco querer volar. que aunque es mas su natural que el del sapo, está ya tan metido en el cieno, que lo perdió por su culpa. Pues quiero concluir con esto, que siempre que se piense de Cristo, nos acordemos del amor con que nos hizo tantas mercedes y cuán grande nos le mostró Dios nuestro Señor en darnos tal prenda del que nos tiene, que amor saca amor. Y aunque sea muy á los principios y nosotros muy ruines, procuremos ir mirando esto siempre y despertándonos para amar, porque si una vez nos hace el Señor merced, que se nos imprima en el corazon este amor, sernos ha todo fácil, y obrarémos muy en breve y muy sin trabajo. Dénosle su Majestad, pues sabe lo mucho que nos conviene, por el que él nos tuvo, y por su glorioso Hijo, á quien tan á su costa nos le mostró, amen.

Una cosa querria preguntar á vuesa merced; ¿cómo en comenzando el Señor á hacer mercedes á un alma tan subidas, como es ponerla en perfeta contemplacion, que de razon habia de quedar perfeta del todo luego (de razon sí por cierto, porque quien tan gran mereed recibe, no habia mas de querer consuelos de la tierra) pues por qué en arrobamiento, y en cuanto está ya el alma mas habituada á recibir mercedes, parece que trai consigo los efetos tan mas subidos, y mientras mas, mas desasida, pues en un punto que el Señor llega la puede dejar santificada, cómo despues andando