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gencia. Con libertad se ha de andar en este camino, puestos en las manos de Dios. Su Majestad nos quiere subir á ser de los de su cámara y secreto, ir de buena gana; si no servir en oficios bajos y no sentarnos en el mejor lugar, como he dicho alguna vez. Dios tiene cuidado mas que nosotros, y sabe para lo que es cada uno. ¿De qué sirve gobernarse á sí, quien tiene ya dada toda su voluntad á Dios? A mi parecer muy menos se sufre aquí, que en el primer grado de la oracion, y mucho mas daña: son bienes sobrenaturales. Si uno tiene mala voz, por mucho que se esfuerce á cantar, no se le hace buena; si Dios quiere dársela, no ha él menester antes dar dos voces: pues supliquemos siempre nos haga mercedes, rendida el alma, aunque confiada de la grandeza de Dios. Pues para que esté á los pies de Cristo le dan licencia, que procure no quitarse de allí, esté como quiera; imite á la Madalena, que de que estuviere fuerte, Dios la llevará al desierto.

Ansí que vuesa merced, hasta que halle quien tenga mas expiriencia que yo, y lo sepa mijor, estése en esto. Si son personas que comienzan á gustar de Dios, no las crea, que les parece les aprovecha y gustan mas ayudándose. ¡Oh, cuando Dios quiere, cómo viene al descubierto sin estas ayuditas, que aunque mas hagamos, arrebata el espíritu, como un gigante tomaria una paja, y no basta resistencia! ¡Qué manera para creer que cuando él quiere, espera que vuele el sapo por sí mesmo!

Y aun mas dificultoso y pesado me parece levan-