Página:Su vida - Santa Teresa de Jesús - Tomo I (1927).pdf/214

Esta página no ha sido corregida
212
 

el premio. Aquí está mi vida, aquí está mi honra y mi voluntad: todo os lo he dado, vuestra soy, disponed de mí conforme á la vuestra. Bien veo yo, mi Señor, lo poco que puedo; mas llegada á vos subida en esta atalaya, adonde se ven verdades, no os apartando de mí, todo lo podré, que si os apartais, por poco que sea, iré adonde estaba, que era á el infierno.

¡Oh, qué es un alma que se ve aquí, haber de tornar á tratar con todos á mirar y ver esta farsa de esta vida tan mal concertada á gastar el tiempo en cumplir con el cuerpo, durmiendo y comiendo! Todo la cansa, no sabe como huir, vese en cadena y presa: entonces siente mas verdaderamente el cativerio, que traemos con los cuerpos, y la miseria de la vida. Conoce la razon que tenia san Pablo de suplicar á Dios le librase de ella; da voces con él, pide á Dios libertad, como otras veces he dicho; mas aquí es con tan gran ímpetu muchas veces, que parece se quiere salir el alma del cuerpo á buscar esta libertad, ya que no la sacan. Anda como vendida en tierra ajena; y lo que mas le fatiga es no hallar muchos que se quejen con ella, y pidan esto, sino lo mas ordinario es desear vivir. ¡Oh, si no estuviésemos asidos á nada, ni tuviésemos puesto nuestro contento en cosa de la tierra, cómo la pena que nos daria vivir siempre sin él, templaria el miedo de la muerte con el deseo de gozar de la vida verdadera! Considero algunas veces, cuando una como yo, por haberme el Señor dado esta luz con tan tibia caridad, y tan in-