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CAPITULO XXI

Prosigue y acaba este postrer grado de oracion; dice lo que siente el alma que está en él de tornar á vivir en el mundo, y de la luz que dá el Señor de los engaños de él: tiene buena dotrina.

Pues acabando en lo que iba, digo, que no há menester aquí consentimiento de esta alma: ya se le tiene dado, y sabe que con voluntad se entregó en sus manos, y que no le puede engañar, porque es sabidor de todo. No es como acá, que está toda la vida llena de engaños y dobleces: cuando pensais teneis una voluntad ganada, sigun lo que os muestra, venís á entender que todo es mentira. No hay ya quien viva en tanto tráfago, en especial si hay algun poco de interese. Bienaventurada alma que la trae el Señor á entender verdades. ¡Oh, qué estado este para los reyes! ¡Cómo les valdria mucho mas procurarlo, que no gran señorío! ¡Qué retitud habria el reino! ¡Qué de males se excusarían, y habrian excusado! Aquí no se teme perder vida, ni honra por amor de Dios.

¡Qué gran bien este para quien está mas obligado á mirar la honra del Señor, que todos los que son menos, pues han de ser los reyes á quien sigan!

Por un punto de aumento en la fee, y de haber SANTA TERESA DE JESUS. —T. I.

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