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Domine, y tus juicios: comencé a pensar cuán gran verdad era. Que en esto no tenia el demonio fuerzas jamás para tentarme, de manera que yo dudase teneis vos, mi Señor, todos los bienes, ni en ninguna cosa de la fee: antes me parecia, mientras mas sin camino natural iban, mas firme la tenia; y me daba devocion grande: en ser todo poderoso, quedaban conclusas en mí todas las grandezas, que hiciérades vos; y en esto como digo, jamás tenia duda. Pues pensando cómo con justicia primitíades á muchas que habia como tengo dicho muy vuestras siervas y que no tenían los regalos y mercedes que me hacíades a mí siendo la que era; respondísteme Señor: Sírveme tú á mí y no te metas en eso. Fué la primera palabra, que entendí hablarme vos y ansí me espantó mucho; porque despues declararé esta manera de entender con otras cosas; no lo digo aquí que es salir de propósito; y creo harto he salido de él.

Casi no sé lo que me he dicho; no puede ser menos sino que ha vuesa merced de sufrir estos intrevalos porque cuando veo lo que Dios me ha sufrido y me veo en este estado no es mucho pierda el tino de lo que digo y he de decir.

Plega al Señor que siempre sean estos mis desatinos y que no primita ya su Majestad tenga yo poder para ser contra él un punto, antes en este que estoy me consuma. Basta ya para ver sus grandes misericordias no una sino muchas veces que ha perdonado tanta ingratitud. A san Pedro una vez que lo fué, á mí muchas, que con razón me