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CAPITULO XV

Prosigne en la mesma materia, y da algunos avisos de cómo se han de haber en esta oracion de quietud. Trata de cómo hay muchas almas que llegan á tener esta oracion, y pocas que pasen adelante. Son muy necesarias y provechosas las cosas que aquí se tocan.

Ahora tornemos á el propósito. Esta quietud y recogimiento de el alma, es cosa que se siente mucho en la satisfacion y paz que, en ella se pone, con grandísimo contento y sosiego de las potencias, y muy suave deleite. Parécele, como no ha llegado á más, que no le queda que desear, y que de buena gana diria con san Pedro, que fuese allí su morada.

No osa bullirse ni menearse, que de entre las manos le parece se le ha de ir aquel bien; ni resolgar algunas veces no querria. No entiende la pobrecita, que pues ella por sí no pudo nada para traer á sí aquel bien, que menos podrá detenerle mas de lo que el Señor quisiere. Ya he dicho, que en este primer recogimiento y quietud, no faltan las potencias del alma; mas está tan satisfecha con Dios, que mientras aquello dura, aunque las dos potencias se desbaraten, como la voluntad está unida con Dios, no se pierde la quietud y el sosiego, antes ella poco a poco torna á recoger el entendimiento SANTA TERESA DE JESUS.—T. I.

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