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CAPITULO XIV

Comienza a declarar el sigundo grado de oracion, que es ya dar el Señor á el alma á sentir gustos mas particulares: decláralo para dar á entender cómo son ya sobrenaturales. Es harto de notar.

Pues ya queda dicho con el trabajo que se riega este verjel, y cuán á fuerza de brazos, sacando el agua del pozo; digamos ahora el sigundo modo de sacar el agua, que el Señor del huerto ordenó, para que con artificio de con un torno y areaduces sacase el hortolano mas agua, y á menostrabajo, y pudiese descansar sin estar contino trabajando. Pues este modo aplicado á la oracion, que llaman de quietud, es lo que yo ahora quiero tratar. Aquí se comienza á recoger el alma, toca ya aquí cosa sobrenatural, porque en ninguna manera ella puede ganar aquello, por diligencias que haga. Verdad es que parece que algun tiempo se ha cansado en andar el torno, y trabajar con el entendimiento, y henchídose los arcaduces; mas aquí está el agua mas alta, y ansí se trabaja muy menos que en sacarla del pozo: digo que está mas cerca el agua, porque la gracia dase mas claramente á conocer á el alma. Esto es un recogerse las potencias dentro de sí para gozar de