Página:Su vida - Santa Teresa de Jesús - Tomo I (1927).pdf/102

Esta página no ha sido corregida
100
 

amamos mas á una persona, cuando mucho se nos acuerda las buenas obras que nos hace. Pues, si es lícito y tan meritorio, que siempre tengamos memoria, que tenemos de Dios el ser, y que nos crió de no nada, y que nos sustenta, y todos los demás beneficios de su muerte y trabajos, que mucho antes que nos criase los tenia hechos por cada uno de los que ahora viven; ¿por qué no será lícito, que entienda yo y vea y considere muchas veces, que solia hablar en vanidades, y que ahora me ha dado el Señor, que no querría hablar sino en El? Hé aquí una joya, que acordándonos que es dada, y ya la poseemos, forzado convida amar, que es todo el bien de la oracion fundada sobre humildad. Pues ¿qué será cuando vean en su poder otras joyas mas preciosas, como tienen ya recibidas algunos siervos de Dios, de menosprecio del mundo y aun de sí mesmo? Está claro, que se han de tener por mas deudores y mas obligados á servir, y entender que no teníamos nada desto, y á conocer la largueza del Señor, que á un alma tan pobre y ruin, y de ningun merecimiento, como la mía, que bastaba la primer joya de estas, y sobraba para mí, quiso hacerme con mas riquezas, que yo supiera desear. Es menester sacar fuerzas de nuevo para servir, y procurar no ser ingratos, porque con esa condicion las da el Señor, que si no usamos bien del tesoro y del gran estado en que nos pone, nos lo tornará á tomar, y quedarnos hemos muy mas pobres, y dará su Majestad las joyas á quien luzga, y aproveche con ellas á sí