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acabar conmigo otra cosa, dábame mucha pena; hasta que letrados, y el bendito fray Pedro de Alcántara, me dijeron que no se me diese nada.

Bien veo yo que en el servir á Dios no he comenzado, aunque en hacerme su Majestad mercedes, es como á muchos buenos, y que estoy hecha una imperfecion, sino es en los deseos, y en amar que en esto bien veo me ha favorecido el Señor para que le pueda en algo servir. Bien me parece á mí que le amo, mas las obras me desconsuelan, y las muchas imperfeciones que veo en mí. Otras veces me da una bobería de alma (digo yo qué es) que ni bien, ni mal me parece que hago, sino andar al hilo de la gente, como dicen; ni con pena ni con gloria; ni la da vida ni muerte, ni placer ni pesar: no parece se siente nada. Paréceme á mí, que anda el alma como un asnillo que pace; que se sustenta porque le dan de comer, y come casi sin sentirlo: porque el alma en este estado no debe estar sin comer algunas grandes mercedes de Dios, pues en vida tan miserable no le pesa de vivir, y lo pasa con igualdad, mas no se sienten movimientos ni efetos, para que se entienda el alma.

Paréceme ahora á mí, como un navegar con un aire muy sosegado, que se anda mucho sin entender cómo; porque en estotras maneras son tan grandes los efetos, que casi luego ve el alma su mijoría, porque luego bullen los deseos, y nunca acaba de satisfacerse un alma: esto tienen los grandes ímpetus de amor que he dicho, á