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con toda claridad y verdad con los que comunico mi alma, hasta los primeros movimientos querria yo les fuesen públicos, y las cosas mas dudosas y de sospecha yo les argüia con razones contra mi) ansí que sin doblez ni encubierta le traté mi alma. Casi á los principios ví que me entendia por espiriencia, que era todo lo que yo habia menester; porque entonces no me sabia entender como ahora, para saberlo decir (que despues me lo ha dado Dios, que sepa entender y decir las mercedes que su Majestad me hace) y era menester que hubiese pasado por ello quien de el todo me entendiese y declarase lo que era.

El me dió grandísima luz, porque al menos en las visiones, que no eran imaginarias, no podia yo entender que podia ser aquello, y parecíame, que en las que via con los ojos de el alma, tampoco entendia cómo podia ser; que, como he dicho, solo las que se ven con los ojos corporales eran de las que me parecia á mí habia de hacer caso, y estas no tenia. Este santo hombre me dió luz en todo, y me lo declaró, y dijo que no tuviese pena, sino que alabase á Dios, y estuviese tan cierta que era espíritu suyo, que si no era la fe, cosa mas verdadera no podia haber, ni que tanto pudiese creer: y él se consolaba mucho conmigo, y hacíame todo favor y merced, y siempre despues tuvo mucha cuenta conmigo, y dábame parte de sus cosas y negocios; y como me via con los deseos que él ya poseia por obra (que estos dábamelos el Señor muy determinados) y me via