CAPITULO XXX
Torna á contar el de su vida, y cómo remedió el Señor muchos de sus trabajos con traer á el lugar donde estaba el santo varon fray Pedro de Alcántara, de la orden del glorioso San Francisco.
Trata de grandes tentaciones y trabajos interiores, que pasa ba algunas veces.
Pues viendo yo lo poco, ú no nada que podia hacer para no tener estos ímpetus tan grandes, tambien temia de tenerlos, porque pena y contento, no podia yo entender cómo podia estar junto; que ya pena corporal y contento espiritual, ya lo sabia que era bien posible, mas tan escesiva pena espiritual, y con tan grandísimo gusto, esto me desatinaba: aun no cesaba en procurar resistir, mas podia tan poco, que algunas veces me cansaba. Amparábame con la cruz, y queríame defender de el que con ella nos amparó á todos: via que no me entendia nadie, que esto muy claro lo entendia yo, mas no lo osaba decir sino á mi confesor, porque esto fuera decir bien" de verdad que no tenia humildad.
Fué el Señor servido remediar gran parte de mi trabajo, y por entonces todo, con traer á este lugar al bendito fray Pedro de Alcántara, de quien ya hice mencion, y dije algo de su penitencia; que