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permitia Dios me quedasen despues grandes temores. Todo me procedia de ser tan pecadora yo, y haberlo sido. El me consolaba con mucha piedad, y si él se creyera á sí mesmo, no padeciera yo tanto, que Dios le daba á entender la verdad en todo, porque el mesmo Sacramento le daba luz, á lo que yo creo.

Los siervos de Dios, que no se asiguraban, tratábanme mucho: yo como hablaba con descuido algunas cosas que ellos tomaban por diferente intencion (yo queria mucho al uno de ellos, porque le debia infinito mi alma, y era muy santo, yo sentia infinito de que via no me entendia, y él deseaba en gran manera mi aprovechamiento, y que el Señor me diese luz) y ansí lo que yo decia, como digo, sin mirar en ello, parecíales poca humildad:

en viéndome alguna falta, que verian muchas, luego era todo condenado. Preguntábanme algunas cosas, yo respondia con llaneza y descuido: luego les parecia les queria enseñar, y que me tenia por sabia, todo iba á mi confesor, porque cierto ellos deseaban mi provecho: él á reñirme. Duró esto harto tiempo, afligida por muchas partes, y con las mercedes que me hacia el Señor, todo lo pasaba.

Digo esto, para que se entienda el gran trabajo que es no haber quien tenga espiriencia en este camino espiritual, que á no me favorecer tanto el Señor, no sé que fuera de mí. Bastantes cosas habia para quitarme el juicio, y algunas veces me via en términos, que no sabia que hacer, sino alzar los ojos á el Señor; porque contradicion de buenos a